viernes, 8 de febrero de 2008

Entrevista con el Andresino

La cárcel intimida nada mas atravesar el primer control policial. Honestamente, no creo que mi mente me jugara una mala pasada, es como si las cosas dentro tuvieran una ligera decoloración. El mundo dentro es menos vivo. Todos los colores se difuminan perdiendo alegría y las agujas del reloj ralentizan su cadencia de una manera absolutamente perceptible. Es un edificio extraordinariamente funcional. El arquitecto huyó, imagino que cumpliendo su encargo, de cualquier licencia artística, y concibió unas instalaciones frías y herméticas a las que si añades las extremas medidas de seguridad acaba provocando una extraña sensación de ausencia. El caso es que una vez dentro te embarga una tristeza inexplicable y un miedo reverencial a acabar siendo una más de la historias que habitan esta mole de hormigón. Un funcionario malencarado guió mis pasos hasta una amplia sala, similar al comedor de un colegio, donde aguardé unos minutos. La verdad es que mi idea de lo que sería una sala de visitas de una prisión estaba muy alejada de la realidad. No había cristales separadores, ni intercomunicadores como en "El Expreso de Medianoche" (cuanto daño hace el cine a la percepción de algunas realidades) El contacto con el recluso era mucho mayor de lo que yo pensaba, si bien, la estancia estaba plagada de cámaras y dos funcionarios deambulaban entre las mesas atentos a cualquier movimiento. Solo dos reclusos habían recibido visita. Imaginé que los fines de semana aquella sala presentaría un aspecto muy diferente. Aunque me sentaron alejado de ambos pude constatar las diferencias en el carácter de esas visitas. Una era una mujer joven de atractivo ausente y mirada triste que sujetaba la mano de un hombre mucho mayor que ella, probablemente su padre. El otro era, a todas luces, un abogado que con una frialdad repugnante evitaba la mirada de su interlocutor en la que reinaba, a pesar de la distancia, el pánico propio de un futuro muy oscuro. Una puerta metálica situada justo frente a mi se abrió lentamente acompañada por el inconfundible zumbido del mecanismo automatizado. Andresino apareció sonriente seguido de un funcionario que inmediatamente procedió a quitarle las esposas que inmovilizaban sus manos. Era mucho mas joven de lo que había imaginado. Lo cierto es que nunca le había preguntado su edad pero no aparentaba más de treinta y cinco años cuando yo le había situado en la cincuentena. Se sentó despacio mirándome fijamente a los ojos sin dejar de sonreír con familiaridad
  • Dr. Aparcacuentos supongo... -dijo ampliando la sonrisa
  • Nunca llegué a doctorarme. Ni siquiera lo intenté. Hice una carrera sin pena ni gloria que al final no resultó ser mi vocación. - contesté sincero
  • ¿Y puede preguntarse cual?
  • Por supuesto. Soy abogado. Como el cabrón de aquella mesa. -dije señalando con disimulo al encorbatado personajillo que seguía repasando papeles sin darse cuenta de que a su interlocutor le resbalaban dos lagrimas por la mejillas.
  • Son todos iguales. Solo cambia la calidad del traje y la marca de la corbata. -aclaró Andrés con la mirada perdida- En el fondo les importamos un huevo. Vienen, te sueltan el rollo y te olvidan nada mas salir por esa puerta. Solo buscan pasta o apuntarse un tanto para salir del turno de oficio... Visto uno, vistos todos.
  • Habrá excepciones...
  • Yo no he visto ninguna. Ni siquiera te miran a los ojos como tú lo estás haciendo ahora. No les interesamos, y lo que es peor, les damos miedo.
  • ¿Miedo?
  • Por supuesto. No olvides que aquí todos tenemos fantasmas en el armario. Es humano que nos teman
  • Yo no te temo -repliqué sincero
  • Quizás deberías... -contestó descojonándose- Es broma. Yo no le haría daño a una mosca....
  • ¿Qué te trajo aquí?
  • ¡Soy inocente¡ ¡No hice nada¡ ¡Yo no fui¡ -respondió sin abandonar el tono burlón- ¿De verdad quieres saberlo?
  • No es imprescindible…
  • Bueno. No soy inocente. Merezco estar aquí incluso más años de los que me cayeron. Pero tampoco me arrepiento de nada de lo que hice. Repetiría mi vida paso por paso si tuviera la oportunidad de volver atrás
  • ¿Entonces cuando salgas….?
  • Nunca saldré. Pero si lo hiciera, volvería a hacer lo que mismo -contestó con vigor- ¡No sé hacer otra cosa¡ Y además… es que no hago nada malo. ¡Soy un justiciero¡ jajajja
  • Eso es cuestión de opiniones. ¿no?
  • ¿Me juzgas?
  • Se que no debería pero es inevitable
  • No creo que mi reclusión te otorgue ese derecho…
  • Sigo pensando que tu condición, sin darme derecho, lo convierte es inevitable.
  • Entonces debería juzgarte yo a ti del mismo modo.
  • ¡Hombre¡ No creo que nuestra actual situación sea comparable…
  • ¿A no? Ya lo creo que si. Pensé que lo sabías….
  • ¿Saber el qué?
  • ¡Jajajajaj¡ ¿Me tomas el pelo, no?
  • Andrés, no tengo ni puta idea de a que te refieres
  • Te voy a hacer tres preguntas y júrame que las contestaras con total sinceridad
  • Te lo juro
  • ¿Dónde estás ahora mismo? ¿Quién soy yo? ¿Quién coño eres tú?
  • No te entiendo
  • ¡Lo sé¡ Contesta por favor
  • Estoy en la prisión de Soto del Real. Tú eres el Andresino en serie. Y yo El Aparcacuentos.
  • ¿Es esa tu respuesta?
  • ¿Es que hay otra?
  • Por supuesto. No estamos en la prisión de Soto del real. Esto es una prisión interior que no es ni a tuya ni la mía. Nadie es el Aparcacuentos y aún menos nadie es el Andresino en Serie.
  • ¿Qué cojones dices?
  • Que ni tú, ni yo, ni esta prisión existimos. Que ambos somos producto de una misma mente que en este momento esta elucubrando. –contestó sin dejar de atravesarme con la mirada hasta que se empezó a reír casi endemoniado- ¿Y sabes lo mejor?
  • ¿Qué? –contesté asustado
  • Que yo pensaba que de los tres tú eras el inteligente y el sensible… jajajaj. Y nada mas lejos de la realidad
  • ¡Estás loco Andrés¡
  • Por supuesto. Yo asumo mi rol. ¿Y tú?
  • ¿Qué coño dices? –le pregunte al borde de pedirle al guardia que me sacara de allí.
  • ¡Eres mucho mas tonto de lo que pensaba¡ -contestó sereno- ¿Ves al guardia?
  • Claro
  • Mírale bien… ¿No te suena su cara?
  • Ahora que lo dices…
  • Es Juan. El Administrativo de la tercera planta. ¿El abogado? Es nuestro primo Raúl… Nunca nos cayó bien…. Era el hijodeputa que nos hacía aguadillas en la piscina del chalet de Matalpino
  • ¿Cómo sabes que mi familia tiene una casa en matalpino?
  • Porque somos la misma persona… o concretamente… ambos somos producto de la misma mente enferma.

De repente la prisión se desvaneció…. Aunque no del todo….. Ahora era la misma oficina que día tras día hace las veces de mi celda…………. Bessssssssssossssssssssss a todos. ¿O quizás debería decir una puñalaita …? ¿O quizás ninguna de las dos cosas?

I.
Puedes encontrar al Andresino en: http://elandresinoenserie.blogspot.com/

lunes, 1 de octubre de 2007

Fanático de Onán (Soy un gilipollas)

Jueves 08:00. Me caigo de sueño. Mi mente no deja de castigarme con un eco encadenado e infinito que dice: ¡Eres un Gilipollas¡ Y lo que es peor, mi yo mas racional no encuentra argumentos para rebatir tan rotunda verdad. ¡Soy un GILIPOLLAS¡ Cada mañana el despertador lanza su insoportable aullido a las 06:20. Tras dos golpes a la tecla de “por favor diez minutitos más” me levanto a las 06:40 con el tiempo justo de lavarme como los gatos y salir corriendo a medio vestir. (Si, yo soy ese vecino que se pone la corbata en el ascensor) 35 minutos de atasco. (Como mínimo) 35 minutos de: “Lo juro, esta noche me voy a la cama en cuanto salgan los Lunnies” 35 minutos de frases convertidas en cotidianas por repetición a pesar de ser plenamente consciente de la gran mentira que suponen. Como magistralmente ejecutaron “Los Limones” 35 minutos de promesas que no valen nada. A pesar de esta flagelación. A pesar de este estado decadente que hace que todas mis acciones se rijan por la ley del mínimo esfuerzo. A pesar de las ojeras. A pesar de la adicción perenne a la cafeína que acabará en Hipertensión. A pesar de todo esto….. Esta noche volveré a quedarme solo en el salón. (Mi mujer se acostará antes de las once) y perderé el tiempo viendo alguna mariconada ansioso por que llegue la medianoche y las televisiones locales expulsen a sus lucrativas videntes para emitir su programación para adultos. Definición de Programación para Adultos: A) Canal que se ve mal, muy mal, o que casi no se ve B) Canal propietario de un máximo de 3 películas que repite hasta la saciedad. Vamos que conoces mejor a las actrices que a tus vecinas (Como Antena 3 con los Simpsons) C) Película repetida y mal sintonizada que has de ver en un 20% de la pantalla porque el 80% restante se dedica a publicidad de Líneas 806 (1,2€ min.) D) Película repetida, mal sintonizada, emitida en un 20% de la pantalla… y cortada¡¡¡¡ Las escenas acaban sin ton ni son. Pasan de una película a otra. O deciden que los penes son malos y que es mejor no mostrarlos le pese a quien le pese . ¡Un desastre¡ Aún así hay estoy yo, fanático del Dios Onán, para cumplir con mi rutina diaria. Hasta que a eso de las dos de la madrugada retomo el sentido común y sabedor que me quedan cuatro horas de sueño me arrastro culpable hasta la cama.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Fábula sobre la naturaleza humana.

Esperanza podía presumir de tener limpio el corazón. Obviamente no lo hacía ya que la vanidad no es propia de los limpios de corazón. Vivía según las reglas que le dictaba su conciencia y era feliz con ellas porque siempre le guiaban hacia lo correcto. Un buen día Dios decidió premiar su comportamiento y tras tomar la forma de un mendigo se situó en el camino que Esperanza recorría cada día para ir a trabajar. Cuando ella pasó por su lado se detuvo. Le dedicó una mirada de infinita ternura y continuó su camino, no sin antes depositar en su regazo el bocadillo que debía de ser su almuerzo. Dios, conmovido tras comprobar que sus asesores no habían errado al elegir a la persona merecedora de su premio, se trasladó al domicilio de Esperanza y esperó a que regresara. Esperanza no se asustó al verle en su casa, repitió la misma mirada de ternura hacia él, y le ofreció su cama para pasar la noche. Dios se dio a conocer con lagrimas en los ojos, lagrimas saladas que en su forma divina no conseguía derramar y que aliviaron sus temores. - Recurro a ti porque eres un alma pura. Te he elegido para que el mundo se parezca a ti, ya que parece que mi ejemplo ha sido enterrado por el paso de los siglos. Piensa detenidamente....... ¿ Qué tres cosas cambiarías? ¿ Que tres deseos tienes para el hombre? Esperanza pensó, y pensó, y pensó. - Quiero salud para los hombres, quiero que todo el mundo conozca el amor, y quiero que todo hombre tenga dinero para acabar con la pobreza. Dios le concedió sus deseos y desapareció tras desearle que le fuera mejor que a él en su intento de crear un mundo mejor. Esperanza agotada por la responsabilidad que había recaído sobre ella, durmió durante dos semanas seguidas tal como le había anunciado el Señor. Cuando despertó corrió a la calle para comprobar el resultado de sus deseos. Comprobó que la gente lucía rostros y cuerpos más saludables. Comprobó que en sus ojos podía verse el aura inconfundible del amor. Y comprobó que las calles antes desiertas y limpias, eran ahora pobladas por miles y miles de personas sin hogar. Corrió al supermercado para comprar comida para todos los salubres enamorados que vio mendigar mientras se preguntaba como Dios podía haber malinterpretado uno de sus tres deseos pero cuando llegó no pudo creer lo que sus ojos le dictaban. Dios nunca se equivoca, y tal y como ella pidió, cada hombre había recibido su dinero. Una cantidad ingente con el fin de que a nadie le faltara de nada. Entonces el pobre fue rico, y el rico todavía más rico, porque todos recibieron lo mismo. Pero a los que ya eran ricos esta nueva situación no les gustó y se unió a todos los ricos con el fin de multiplicar los precios de los mercados que aun contolaban. Y los multiplicaron hasta que los que antes eran pobres no pudieron pagar obligandoles a depositar en sus manos sus recien estrenadas fortunas. Los pobres volvieron a ser pobres. Los ricos eran aún mas ricos ya que seguian abanderando la injusticía con una salud de hierro y la euforia que proporciona el amor.